Historia sin final
Divagando entre pensamientos que atormentan mi tranquilidad, vuelvo a encontrarte presente en mi interior. Veo, escucho, siento. Reproduzco una película. Los protagonistas difieren de los reales, somos nosotros. Una burbuja de vacío se aloja en mi garganta dificultándome la respiración. Habito un mundo de fantasías de las que no logro escapar. Me convierto en un demente sin rumbo que sólo aguarda tus miradas. Como autista te beso sin parar. En tus brazos nace mi enfermedad. Miro las cosas desde otro ángulo, me alejo… sufro. Te acercas con una sonrisa inocente. Suspiro. Me haces sonrojar. Navego a través de un turbio río con agua de mar. Cometo errores al dejarme llevar. El viento sopla. Mi pecho se ensancha como la vela de este barco que nos lleva hacia el horizonte donde se oculta el sol de la tarde. Me acerco y te alejas. Una barrera de silencio nos mantiene distantes. Los nervios a flor de piel… masajean mis pies, trepan por mi espalda y se estacionan en mi cabeza. Pierdo noción del tiempo. Observo cada detalle. Tus ojos verdes, tu suave coraza que aguarda mis caricias, el aroma de tu cuerpo. Sólo quedan las cenizas de aquel demente autista. Estas frente a un desprotegido niño sin miedo a enamorarse. Frágil. Sensible. Con más fuerzas que el río para llegar al más allá. La burbuja de vacío ya no ocupa mi garganta, por contrario el aire abandona lo profundo de mi abdomen para hacer vibrar mis cuerdas vocales y dejar salir sonidos que escuchas con atención. Ya no más mundo de fantasías, has curado mi enfermedad. Eres el único medicamento sin receta que quiero comprar. Recibiendo tus húmedos besos, anidando en tu pecho, encallando en tu corazón, duplico tu alma… eres mi otra mitad. Mucho tiempo he perdido, mucho tiempo por soñar. Convivimos una realidad contemporánea escribiendo nuestro destino y seguimos añadiendo capítulos a esta historia sin final.
(15-03-07)

No hay comentarios:
Publicar un comentario