Flor de Primavera

Siempre se dijo que la primavera es la estación del amor, lo que nunca sospeché es que algún año sucederían estas cosas pasado el 21 de Septiembre. Parece ser que aquella dicha mal venida y perdida en el tiempo se dedicaría a hacer estragos en un mes agitado. Para variar, todo comenzó sin tener un principio pero la luz del Sol ahora más elevado que meses atrás tuvo un efecto condensador sobre el invierno ausente. La Luna llena infiltró pensamientos dentro de mí que luego salieron en forma de espiral enroscando casos que quizás no estaban tan perdidos como uno creía. Un juego de ajedrez sin estrategia. Una victoria que paga más por sus bajas expectativas de concreción. Una apuesta realizada por pura diversión que se pierde y se esfuma bajo sentimientos dormidos que se alborotan al despertar. Los colores en el parque retoman sus tonos vivos. El aire se transforma haciendo más fácil la tarea de respirar cuando el rubor de mis pómulos se decide atenuar. La flor de primavera abre sus brazos sin quererme abrazar. Allí están. Extendidos. Me estiro sin poderlos alcanzar. El shock es descomunal. Solía descansar tranquilo, desconocía la situación actual. La brisa lleva su perfume en un viaje con pasaje abierto. Sin fechas, sin destino, con las valijas aun vacías y el café reposando en aquella tasa de porcelana que lleva su nombre grabado. La postal del pasado cambia de sentido cuando la velocidad de transferencia aumenta gradualmente al ritmo que marcan los latidos de mi corazón. Como un yo-yo que sube y baja ella viene y se va. Hay una cuerda que nos mantiene unidos pero se estira y se dilata como la noche del otoño. Sobredosis. Abstinencia. Necesidad. Caricias perdidas en el tiempo que no se han de recuperar. No hay banderas que lo identifiquen. La tribuna guarda el silencio como supo hacer la Cenicienta al descubrir a su agresor. Hay códigos. Algunos siguen imbatibles mientras que otros perdieron su condición de tal. La partida se suspende. Continuará…

(09-10-2009)

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